6.11.09

Poesías II: Itaca (Kavafis)

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Cuentos III: El Río Perdido (Jorge Bucay)

Cuando yo tenía ocho años, encontré el Río Perdido. Nadie sabía dónde estaba, nadie en mi condado podía decirme cómo llegar, pero todos hablaban de él. Cuando llegué por primera vez al Río Perdido, me di cuanta rápidamente que estaba allí.
Uno se da cuanta cuando llega. ¡Era el lugar más hermoso que jamás vi, había árboles que caían sobre el río y algunos peces enormes navegando en las aguas transparentes! Así que me saqué la ropa y me tiré al río y nadé entre los peces y sentí el brillo del sol en el agua, y sentí que estaba en el paraíso. Después de pasar toda la tarde ahí, me fui marcando el camino hasta llegar a mi casa y allí le dije a mi padre:

-Papá, encontré el Río Perdido.

Mi papá me miro y rápidamente se dio cuanta de que no le mentía. Entonces me acarició la cabeza y me dijo:

-Yo tenía más o menos tu edad cuando lo vi por primera vez. Nunca pude volver.

Y yo le dije:

-No, no… Pero yo marqué el camino, dejé huellas y corté ramas, así que podremos volver juntos.
Al día siguiente, cuando quise volver, no pude encontrar las marcas que había hecho, y el río se volvió perdido también para mí.

Entonces me quedó el recuerdo y la sensación de que tenía que buscarlo una vez más.
Dos años después, una tarde de otoño, fuimos a la dirección de guardaparques del condado porque mi papá necesitaba trabajo. Bajamos a un sótano, y mientras papá esperaba en una fila para ser entrevistado, vi que en una pared había un mapa enorme que reproducía cada lugar del condado: cada montaña, cada río, cada accidente geográfico estaba ahí. Así que me acerqué con mis hermanos, que eran menores, para tratar de encontrar el Río Perdido y mostrárselo a ellos. Buscamos y buscamos pero sin éxito.

Entonces se acercó un guardaparque grandote, con bigotes, que me dijo:

-¿Qué estas buscando hijo?

-Buscamos el Río Perdido- dije yo, esperando su ayuda.

Pero el hombre respondió:

-No existe ese lugar.

-¿Cómo que no existe? Yo nadé ahí.

Entonces él me dijo:

-Nadaste en el Río Rojo.

Y yo le dije:

-Nadé en los dos, y sé la diferencia.

Pero él insistió:

-Ese lugar no existe.

En eso regresó mi papá, le tiré del pantalón y le dije:

-Decile, papá, decile que existe el Río Perdido.

Y entonces el señor de uniforme dijo:

Mirá niño, este país depende de que los mapas sean fieles a la realidad. Cualquier cosa que existiera y no estuviera aquí en el mapa del servicio oficial de guardaparques de los Estados Unidos sería una amenaza contra la seguridad del país. Así que si en este mapa dice que el Río Perdido no existe, el Río Perdido no existe.

Yo seguí tirando de la manga de mi papá y le dije:

-Papá, decile…

Mi papá necesitaba el trabajo, así que bajó la cabeza y dijo:

-No-hijo, él es el experto, si él dice que no existe…

Y ese día aprendí algo:

Cuidado con los expertos. Si nadaste en un lugar, si mojaste tu cuerpo en un río, si te bañaste de sol en una orilla, no dejes que los expertos te convenzan de que no existe. Confía más en tus sensaciones que en los expertos, porque los expertos son gente que pocas veces se mojan.

Poesias I: Llevo tu Corazón (E.E. Cummings)

I carry your heart with me (I carry it in my heart)

I am never without it (anywhere I go you go, my dear);

And whatever is done by only me is your doing, my darling)


I fear no fate (For you are my fate, my sweet)

I want no world (For beautiful you are my world, my true)

And it's you are whatever a moon has always meant

And whatever a sun will always sing is you.


Here is the deepest secret nobody knows.

(Here is the root of the root and the bud of the bud

And the sky of the sky of a tree called life; which grows

higher than soul can hope or mind can hide)

And this is the wonder that's keeping the stars apart


I carry your heart (I carry it in my heart).

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Llevo tu corazón conmigo (lo llevo en mi corazón)
nunca estoy sin él (tú vas dondequiera que yo voy, amor mío);
Y todo lo que hago por mí mismo lo haces tú también, amada mía.

No temo al destino (pues tú eres mi destino, mi amor)
No deseo ningún mundo (pues hermosa tú eres mi mundo, mi verdad)
Y tú eres todo lo que una luna siempre ha sido
y todo lo que un sol cantará siempre eres tú.

He aquí el más profundo secreto que nadie conoce
(he aquí la raíz y el brote del brote
y el cielo del cielo de un árbol llamado vida; que crece
más alto de lo que un alma puede esperar o una mente puede ocultar)
y éste es el prodigio que mantiene a las estrellas separadas.

Llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón).